Pasamos por muchas situaciones, compartimos muchos momentos.
Buenos y malos. Pero cuando estoy en la oscuridad de mi cama, en la soledad de mi habitación, recuerdo solamente los mejores. Esos instantes que sólo tú y yo conocemos. Las miradas y gestos que hacian que nos ardiera la parte más baja del estomago (donde viven las mariposas). Nunca olvidaré el deseo de tenerte sólo para mi, de morderte, de hacerte reir con tonteras que nadie comprendia. Todas esas imagenes las guardaré en mi memoria y acudiré a ellas cada vez que piense que esos 321 días no sirvieron para nada.
Porque si sirvieron.
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